Yo soy inocente y tonto, Jornadas sobre justicia & Lenguaje
Jornadas sobre Justicia & lenguaje comisariadas por Paula Miralles, Vicente Arlandis y Migue Ángel Martínez.

Comisariado por Paula Miralles, Vicente Arlandis y Miguel Ángel Martínez,
Centro Conde Duque (Madrid, 2018) Actividad realizada en el marco de la residencia artística de Vicente Arlandis.
Un artista le acerca una libreta a su padre y le pide que escriba lo que quiera en ella. El padre, que fue condenado a 29 años de cárcel y que permaneció en ella finalmente 13 años, duda. "¿Lo que quiera?", pregunta. Unos segundos después comienza a escribir. Lentamente, con mucho cuidado, escribe la misma frase varias veces y en renglones separados: "Yo soy inocente / Yo soy inocente / Yo soy inocente...". En un momento dado se detiene, desplaza su mano hasta el primer renglón y a la derecha de cada oración añade: " ... y tonto / ... y tonto / ... y tonto". "Yo soy inocente y tonto / Yo soy inocente y tonto". El artista es Vicente Arlandis y el padre Vicente Arlandis Ruiz, pero sus nombres podrían ser otros, el de cualquiera de nosotras. Si Vicente Arlandis Ruiz, aquí, se siente, no solo inocente, sino también tonto es por la posición en la que le ha dejado la Justicia cuando se ha visto expuesto a una relación con ella.
En un Estado que se define como democrático, la Justicia debería ser una institución de la que todas pudiéramos participar y de la que todas pudiéramos hacernos cargo. Todas deberíamos preocuparnos por su funcionamiento, deberíamos poder detectar y señalar sus problemas, ser capaces de imaginar soluciones frente a ellos e, incluso, poder asumir sus limitaciones. Sin embargo, ahora, en nuestra relación con la Justicia, nos enfrentamos de inmediato con distintos obstáculos que dificultan tanto nuestra participación real como nuestra responsabilidad ante ella y que además parecen insalvables. O bien nuestra concepción de la Justicia (ideal y ética) no se corresponde con su práctica efectiva (entendida como una forma de conservar un determinado orden), o bien sus procedimientos nos exceden y nos resultan incomprensibles, inabordables. Entonces, nos sentimos tontas y no sabemos qué hacer.
En estas jornadas queremos hacernos cargo de la Justicia desde el ámbito del arte y de la ficción. Sobre todo, queremos pensar en dos circunstancias que atraviesan los procesos judiciales y que no son ajenas de hecho a ciertas prácticas artísticas: el uso burocrático del lenguaje y la teatralidad de la justicia. Dos circunstancias que aparecen frecuentemente como obstáculos porque pasan desapercibidas o porque exigen ciertas capacidades que no hemos aprendido. De algún modo, queremos poner en cuestión a la institución judicial con las herramientas propias del campo del arte. Porque, aunque este gesto no tenga consecuencias legales, judiciales, creemos que sí puede provocar efectos reales en nuestra concepción y en nuestra posición ante la justicia. Son, quizás, estas jornadas, un acto de justicia paralelo. Un acto de justicia poética y un acto de justicia social.
PROGRAMA REALIZADO EN CENTRO CONDE DUQUE (DIC. 2018)
Centro Conde Duque (Madrid, 2018) Actividad realizada en el marco de la residencia artística de Vicente Arlandis.
Un artista le acerca una libreta a su padre y le pide que escriba lo que quiera en ella. El padre, que fue condenado a 29 años de cárcel y que permaneció en ella finalmente 13 años, duda. "¿Lo que quiera?", pregunta. Unos segundos después comienza a escribir. Lentamente, con mucho cuidado, escribe la misma frase varias veces y en renglones separados: "Yo soy inocente / Yo soy inocente / Yo soy inocente...". En un momento dado se detiene, desplaza su mano hasta el primer renglón y a la derecha de cada oración añade: " ... y tonto / ... y tonto / ... y tonto". "Yo soy inocente y tonto / Yo soy inocente y tonto". El artista es Vicente Arlandis y el padre Vicente Arlandis Ruiz, pero sus nombres podrían ser otros, el de cualquiera de nosotras. Si Vicente Arlandis Ruiz, aquí, se siente, no solo inocente, sino también tonto es por la posición en la que le ha dejado la Justicia cuando se ha visto expuesto a una relación con ella.
En un Estado que se define como democrático, la Justicia debería ser una institución de la que todas pudiéramos participar y de la que todas pudiéramos hacernos cargo. Todas deberíamos preocuparnos por su funcionamiento, deberíamos poder detectar y señalar sus problemas, ser capaces de imaginar soluciones frente a ellos e, incluso, poder asumir sus limitaciones. Sin embargo, ahora, en nuestra relación con la Justicia, nos enfrentamos de inmediato con distintos obstáculos que dificultan tanto nuestra participación real como nuestra responsabilidad ante ella y que además parecen insalvables. O bien nuestra concepción de la Justicia (ideal y ética) no se corresponde con su práctica efectiva (entendida como una forma de conservar un determinado orden), o bien sus procedimientos nos exceden y nos resultan incomprensibles, inabordables. Entonces, nos sentimos tontas y no sabemos qué hacer.
En estas jornadas queremos hacernos cargo de la Justicia desde el ámbito del arte y de la ficción. Sobre todo, queremos pensar en dos circunstancias que atraviesan los procesos judiciales y que no son ajenas de hecho a ciertas prácticas artísticas: el uso burocrático del lenguaje y la teatralidad de la justicia. Dos circunstancias que aparecen frecuentemente como obstáculos porque pasan desapercibidas o porque exigen ciertas capacidades que no hemos aprendido. De algún modo, queremos poner en cuestión a la institución judicial con las herramientas propias del campo del arte. Porque, aunque este gesto no tenga consecuencias legales, judiciales, creemos que sí puede provocar efectos reales en nuestra concepción y en nuestra posición ante la justicia. Son, quizás, estas jornadas, un acto de justicia paralelo. Un acto de justicia poética y un acto de justicia social.
PROGRAMA REALIZADO EN CENTRO CONDE DUQUE (DIC. 2018)