Lo que pasa cuando nada pasa
Taller realizado en el proyecto Resistències (CCCC Centre del Carme) en el IES La Hoya de Buñol.
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Taller impartido por Vicente Arlandis y Paula Miralles.
Con la colaboración del CCCC Centre del Carme. Un proyecto muy perequiano que trata de aprehender lo que generalmente no se registra, lo que no tiene importancia, lo que pasa cuando no pasa nada, para dejar de lado lo suficientemente catalogado, clasificado, fotografiado, contado o enumerado. El capitalismo prohíbe básicamente dos cosas, una es el regalo y la otra el aburrimiento. Dice Santiago Alba Rico, filósofo que hizo disfrutar a toda una generación con sus guiones de la bola de cristal, que hay dos formas de impedir pensar a un ser humano: una ,obligarle a trabajar sin descanso; la otra, obligarle a divertirse sin interrupción. Hace falta estar muy aburrido, es verdad, para ponerse a leer; hace falta estar aburridísimo para ponerse a pensar. El aburrimiento es la experiencia del tiempo desnudo, que es la materia donde flotan todas las cosas. Algo similar de lo que hablaba Foster Wallace en el bello texto Esto es agua que comenzaba con la historia de dos peces paseando, y cuando se cruzaban con otro pez mayor, éste les decía: Buenos días muchachos, Cómo está el agua, y uno se gira y le pregunta al otro ¿Qué demonios es el agua?. El agua, como el tiempo es eso que siempre está ahí pero que nos cuesta adivinar qué es exactamente. Con Lo que pasa cuando nada pasa vamos a hacer visible esa sustancia acuosa en la que vivimos, vamos a experimentar el tiempo a través de una serie de propuestas artísticas relacionadas con el aburrimiento, el gesto mínimo, la espera, lo que pasa cuando no pasa nada, el silencio, el vacío etc. Un proyecto donde propondremos una serie de ejercicios enfatizando lo que tienen de experiencia colectiva, fiestas del aburrimiento, el análisis de obras en las que el paso del tiempo y la nada son importantes además de una serie de re-enactments de propuestas performativas de artistas que nos incitan a advertir ese líquido viscoso en el que flotan los pupitres, las sillas, un bolígrafo, un libro, el compañero de al lado... Obras donde la materia y la forma se construye a partir de la presencia de un grupo de personas juntas que hacen que nada pase. Lo que pasa cuando nada pasa consiste en dedicar tiempo y energía de manera consciente y calculada a hacer cosas como mirar por la ventana o permanecer sentados e inmóviles. Pasarse toda una mañana para escribir una frase en la pizarra o comernos el bocadillo con lentitud extrema. Una propuesta donde pondremos en valor la retirada, la pereza, el vacío o el silencio. Nuestra cultura rechaza estas nociones y no fomenta que estemos sentados sin movernos, lo que puede tener consecuencias de amplio alcance para la salud mental, el bienestar y otros aspectos de nuestra vida. Además, la tecnología no facilita las cosas: el teléfono que llevamos encima en todo momento hace que estas situaciones sean casi imposibles, desconectarte de verdad y adentrarnos en la inactividad. Desconectarnos para reconectarnos. Paradójicamente, la inactividad nos vuelve literalmente más creativos, mejores para solucionar problemas, más capaces de tener ideas innovadoras. No obstante, detener el ciclo de la ocupación puede ser todo un desafío en una sociedad que pone por delante la culminación de tareas. |